Hasta en la sopa




Ya sea de estrellas, fideos, letras o conchitas, una rica sopa es no sólo el primer tiempo de una comida completa, sino el plato que abrirá el apetito del comensal para una correcta digestión del plato fuerte.

Y es que todo tiene su razón de ser, las buenas costumbres no están solamente ahí gratuitamente, sino que obedecen a un propósito específico, un motivo que las pone en su lugar.

Después de la relativa tregua, a suerte de refrigerio, que nos otorgaron de alguna manera todos los postulantes a la presidencia de la república, hoy se empiezan a escuchar de nuevo los ecos de declaraciones, promesas, propuestas y tablazos que se vendrán multiplicando con el pasar de las horas, los días y las semanas de aquí al día que usted y yo tengamos el privilegio y la responsabilidad de entrar a una casilla y manifestar a través del voto nuestra mejor intención de apoyar a aquél que consideramos no sólo más digno sino también más apto para gobernar nuestro amado país.

Este bombardeo mediático del cual ya somos espectadores "inocentes" empieza ya a tomar matices y a definir posturas en la sociedad. Sin embargo, esta elección será sui géneris toda vez que cuenta con un ingrediente inédito; es decir, que nunca antes había aparecido en la receta o el menú del plato fuerte que son las elecciones presidenciales y que no sólo ha mostrado que viene bien condimentado sino que tiene un sabor único nunca antes degustado: las redes sociales.

Ya hay quienes, como el mesero que no hace caso, se pronuncian determinantemente como opositores al fenómeno y categóricamente descartan que estas plataformas de ágora cibernéticas tendrán influencia alguna en las tendencias electorales del ya estrenado 2012, basados en argumentos de muy poco soporte, aunque con cierta razonabilidad, de todos ellos el más convincente, el bajo porcentaje de personas integradas al padrón con acceso a internet.

Sin embargo aseveraciones de ese tamaño son más complicadas de valorar que realizar un ensayo de dos cuartillas en un plato de sopa de letras ya que no contamos con ninguna referencia que nos de el parámetro para comparar y definir los grados de influencia o sezgo que pudieran representar estas redes cibernéticas en el ya muy avecinado proceso electoral.

Ya mucho se ha puesto como centro de mesa el impacto del efecto Peña Nieto y de la República Amorosa en este sitio y por la franja tricolor de la red de redes. No se diga en twitter, terreno en el que las tendencias se ven reflejadas casi de inmediato y con severa mordacidad. De más está recordar los videos de la familia "Gaviota" en youtube y las emulaciones de publicidad de librerías Gandhi en facebook.

La influencia, y no sólo afluencia de blogs, perfiles, tweets, videos y demás artilugios de la web en el previo de la elección de este año, es más que el servilletero, la sal y 
la pimienta de lo que poco a poco nos irán poniendo entre los cubiertos de modo que tengamos una correcta medición de la influencia de estos nuevos, alternativos y personales medios de comunicación en un proceso abierto y democrático.

Recordemos que el espacio en la red es un terreno muy levemente legislado. Una verdadera oportunidad para aquellos que gustan de la "guerra sucia" o para hablar en este tono: "la guerrita de comida" donde el que tenga el mejor plato a la mano dejará las peores manchas en el delantal del bando opuesto.

Y ya sacándolo de la plática y trayéndolo a la realidad, lo cierto es que un nuevo presidente no vendrá a ser un mesías nacional como ya se lo vienen planteando unos cuantos. Lo que es más, México ya no es el país del paternalismo presidencial, aunque algunos quieran todavía creerlo, y algunas estructuras del viejo nacionalismo del águila permanezcan todavía en pie, claro, en medio de muchas ruinas.

Para ponerlo en castellano: no podemos depositar toda la fe y toda la confianza de un cambio radical (léase, de raíz y no de radicalismo) para nuestro país en la investidura de una sola persona. Este México nuestro ha cambiado tanto en los últimos años -y para todos lados- que ya no podemos esperar un mandamás en la persona del presidente, con la vieja retórica de que una banda presidencial otorga el poder completo al tremendo incauto que decidió ponerle cúspide a su carrera política y que después, encanado y con la voz desgastada no sabrá ya qué hacer con ella.

El cambio radical vendrá cuando el mexicano presente una nueva actitud: cuando el gandallismo no sea la mejor manera de salir adelante, cuando el esfuerzo y la superación derroquen al compadrazgo. Cuando el respeto por el espacio público y el bien comunitario rebase el interés personal. Cuando el YO venga después del NOSOTROS. Cuando le empecemos a dar a México lo que pedimos que los políticos nos den a nosotros.

Insistimos, el político es fruto y reflejo de una sociedad; ellos no salen de Júpiter, salen de entre nosotros y en la lumbrera de la "polaca" son exacerbaciones de lo que cotidianamente se ve en la calle.

Podremos o no estar de acuerdo con estas últimas líneas, y tras el escudo del anonimato de un tweet, o lo enigmático de un blog, tirar palabras, basura y hasta piedras. Pero me gustaría saber, como dijo el Gran Maestro: "el que esté libre de pecado..."

Consideremos pues, nuestro papel como ciudadanos. Tenemos este año la posibilidad y el privilegio de elegir a quien nos representará en eventos internacionales y dirigirá ciertos destinos ejecutivos y diplomáticos de nuestra nación, pero la realidad que está en la calle, queridos paisanos, esa la hacemos nosotros.

Ya tendremos de publicidad, anuncios y promesas a estos candidatos "hasta en la sopa", usted, ¿de cuál se va a comer? ¿De la de siempre o ya le quiere cambiar al menú?

Por:  Orson Ge
Twitter: @orsonjpg

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