¿Quién está matando al Pueblo?

Si de algo nunca logrará librarse el ser humano mientras pise la tierra es de dos cosas: los impuestos y la muerte. Incluso, ese par de palabras componen un refrán muy popular en las culturas de habla inglesa, mientras que nosotros los mexicanos sostenemos que "todo tiene solución, menos la muerte. Ortega y Gasset decía: "El mayor crimen está ahora, no en los que matan, sino en los que no matan pero dejan matar" mientras que Oscar Wilde reflexionó: "Me decían que eran necesarios unos muertos para llegar a un mundo donde no se mataría". 

Más allá de estas reflexiones atinadas y sostenidas por la lógica, es la muerte, sin duda, un episodio irremediable de nuestra existencia que por lo general queremos posponer, alejar y tener lo menos que ver con ella, aún más si se trata de involucrar a un ser querido con el simple concepto de abandonar este mundo. 

Los que más de cerca se divierten con la idea de dejar esta tierra sostienen que también "hay formas de morir" porque la dignidad también es asunto de muerte: "más vale morir de pie que vivir arrodillado" decía el "Ché" Guevara, y esto tiene su porción de verdad: hay modos de morir.

Con mucha intensidad hemos venido observando desde el pasado 5 de abril el caso de Javier Sicilia que ha vivificado una serie de reclamos y reflexiones que ya se venían dando con otra intensidad desde no pocos meses antes. Ya se avecina una siguiente marcha para que los mexicanos clamen para que no se derrame más sangre, pero ante esta muy insufrible realidad, la verdadera pregunta es: ¿Quién está matando al pueblo?

En la publicación de Proceso el poeta mexicano señala: "no le carguemos la responsabilidad a él" (Calderón) porque si bien a su punto de vista, el presidente "se equivocó de estrategia" tampoco el origen del problema del narco, su crecimiento y actual poderío no es consecuencia de la actual política del Ejecutivo contra el crimen organizado. 

Y en esto último coincidimos totalmente con el escritor mexicano, ya que cada quién tendrá su estrategia y teoría para contraatacar una problemática que ya nos alcanzó a todos y que estamos viviendo en la calle de una manera cada vez más cercana en muchos casos, mismos casos de los que veían tan ajena la violencia al grado de pensar que era tema de otros estratos sociales o condiciones económicas. La cultura del narco y la infernal tentación de hacerse de dinero "por la vía corta" ha permeado en todo orden para mal y para peor en nuestra sociedad ya que son mayoritariamente éstos los intereses que llevan a tanta gente al mal negocio del crimen organizado, donde los costos regularmente se pagan con precio de sangre.

Y es que parece que a veces se nos olvida que quienes están al margen de la ley son estos grupos delictivos y no el Presidente. Se nos olvida que a veces resulta preferible que le den muerte rápida a una persona, porque son ellos quienes no se tocan el corazón para retirarle indefinidamente una persona a su familia para pedir rescates por cantidades que éstos en ocasiones ni siquiera sueñan en ver junta mientras sufren humillaciones, torturas y brutalidad psicológica. Se "nos borra" pensar que son ellos quienes  extorsionan e inundan las calles con drogas, y quienes organizan las redes delincuenciales que se cuelan como la humedad hasta nuestros hogares. Parece que se nos olvida que es obligación del Estado proporcionar seguridad a la población gobernada; y ya quisiéramos ver qué se diría del presidente y su gabinete si la injusticia y la impunidad de los actos que estos grupos perpetran contra toda la sociedad no fueran siquiera perseguidos. Seguramente se le trataría de "blando" y carente de valor y de la misma manera que lo hacen hoy, estarían pidiendo su renuncia, que igual que hoy, no solucionaría nada.

Pero esta crónica no tiene como objetivo hacer una apología de la labor del Presidente mexicano, sino señalar lo que ya dijimos en "País dividido, consuelo de muchos, consuelo de tontos": la realidad es que NOS ESTAMOS MATANDO UNOS A OTROS (así en mayúsculas). Somos mexicanos robando a mexicanos, golpeando unos a otros, amenazándonos, contaminándonos... consumiéndonos.

Su más humilde servidor no culparía a Calderón ni a "sus muchachos" por lo que sucede hoy en la selva de concreto y plomo en que se han convertido nuestras calles y colonias, que antes eran más calmadas y cordiales. La culpa no puede ser de uno, ni de unos cuantos; es de todos. Yo culparía a todos los mexicanos, entre los que me cuento yo. Porque los hay quienes toman el camino fácil de la injusticia, la impunidad y el abuso, los hay quienes desde sus curules y flamantes nuevos palacios prefieren voltear a otro lado y no ocuparse y tomar seriamente sus labores. Pero también los hay otros, los más peligrosos, que dicen "no hago mal a nadie" o "yo no hago nada malo", y es verdad, pero tampoco hemos hecho nada bueno porque el silencio, nuestro silencio también mata.

Como ya lo dijimos antes en otras crónicas, hay que aprender a reclamar, saber por qué reclamamos, para qué reclamamos y a quién reclamamos; de otro modo son palabras inermes y por demás inútiles y ociosas. No ser parte de la solución significa ser parte del problema, y es que a la postre el problema es suyo, y es mío.

México un día fue suficiente país para todos ¿Será que lo hemos perdido?


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El "Boicot" a la gasolinera.

Por los últimos días, en algunos medios electrónicos y de comunicación móvil, no sabemos especificar cuántos, de la actual semana circula cierta nota invitando a los lectores a no poner gasolina este viernes 15 de abril generando un supuesto "boicot" a la gasolinera o al Gobierno Federal (en realidad no especifica a quién).


La verdad es que la información que se encuentra circulando en facebook, twitter, blackberry messenger y otros insistentemente es un fusil de otra nota muy poco seria de 2007:








Los datos no son formales ni exactos, empezando por la fecha del "boicot". Hace cuatro años, se planteó con las mismas cifras de hoy, esto en términos económicos es aberrante e imposible, y para rematar, en México el precio de la gasolina nunca ha reflejado históricamente y mucho menos documentalmente un descenso de precio: 


Me parece encomiable que el mexicano busque sumarse para expresar la inconformidad y provocar un cambio, pero ser inteligente siempre será mucho mejor que ser borrego o acarreado, mucho menos pirata y populista, que es algo que le criticamos tanto a nuestros gobernantes. Su servidor de todos modos no carga gasolina el viernes, porque no suelo hacerlo, así que no llevo culpa de falta de solidaridad en esto, sin embargo creo con muchas bases, y por el resultado de la experiencia con estos abortos de "boicots" a TELMEX, TELCEL entre otros, que no se verá el fruto de la intención porque al final algunos, de hecho muchos, cargarán en jueves o sabado lo que no cargaron en viernes sumando a los que no se enteren y cargarán su tanque con normalidad, formando un acumulado que fácilmente rebase los 30 mil millones de pesos que según esta imprecisa nota, queremos dejar de consumir "un sólo día". 

Esa poca profundidad de pensamiento es factor importante en que la clase política no le de la importancia que merece al electorado. Somos rápidos para protestar, sin fundamentos, en base a arrebatos emocionales que además de todo carecen de constancia, porque a la semana todos olvidaron la causa, murmurando maldiciones solamente cuando vuelven a la gasolinera a pedir sus "20 litros". Es mejor tomar una causa y comprometerse con ella, para lograr resultados comprobables, pero no es labor sencilla. Primero hay que documentarse, hay que investigar, y hay que plantear soluciones reales al problema. Nada bueno ha salido nunca de "ponerse con Sansón a las patadas".

No es esto un ataque ni mucho menos, soy tan mexicano como ustedes y estoy tan incómodo (incómodo no es lo mismo que inconforme) como la mayoría por los frecuentes incrementos en el precio de la gasolina, pero creo que no es esta la manera de protestar. 


¿Cuál sería una alternativa de protesta ante los precios de la gasolina y realmente apretar? Usemos más la bicicleta, y mermemos el consumo del hidrocarburo. Compartamos el auto y que circule uno en lugar de cuatro o usemos el transporte público. Seguramente ahí ya más de uno se la pensó, porque hay que poner más esfuerzo que el de un día, o de un ratito, o dejar de comprar algo un viernes, sino de cambiar hábitos de vida o de sacrificar comodidades diarias.

¿Alguien sabe el motivo aparente, el motivo real y el motivo de fondo para eliminar el subsidio en el precio de las gasolinas? No se trata de satisfacer conciencias, sino de cambiar las realidades. Pensemos dos veces antes de protestar ligeramente. Tomémonos en serio para que nos tomen en serio.
Por Orson

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Lo que nos quedó "del cambio"

Una de las más funestas responsabilidades cuando éramos pequeños era la de ser los encargados de ir a la "tiendita", miscelanea o abarrotería que en nuestro México lindo y querido suelen estar en cada esquina. Porque sin importar el momento, ya fuera de juego, descanso o entretenimiento (realmente pocos niños hacen más que eso, aún en la escuela) tenía que ser interrumpido para hacer la tarea que nadie más quería hacer: caminar al sol del mediodía, hacer fila, aguantar al gandalla que se metía en la fila y regresar con una bolsa cargada de quién sabe qué cosas. Sin embargo, también traía una de las más grandes tentaciones de la niñez: quedarse con el cambio.

El también llamado "vuelto" para muy poco alcanzaría, salvo en contadas ocasiones. A lo mejor para el refresco, el postrecito o las papas. Si bien nos iba, para el lonche de pierna al otro día en la escuela, todo esto si papá o mamá no se daban cuenta primero y te pedían que les regresaras lo que había quedado del billete.

"El cambio" además de ser la frase más manoseada por el ex-presidente Vicente Fox, es un término que hoy muchos entienden como necesariamente positivo, y hasta la publicidad barata exalta dicha palabra como una renovación  gloriosa cuando en realidad ella misma sólo significa mutación o transición de una cosa a otra.

Para los que nacimos en los últimos años de los setenta o principios de los ochenta del siglo 20 no fue raro crecer sin la variedad que tenemos hoy en todos los aspectos de la cotidianeidad; sin internet ni celulares, sin globalización ni libre comercio, sin consumismo escandaloso ni televisión vía satélite. La realidad es que a los mexicanos sólo nos quedaba ver las noticias con Jacobo, la variedad con Raúl Velasco, pagarle a Telmex y comer gansitos marinela.

Aunque a muchos les parezca raro, increíble y hasta estúpido, comprar todo era en casi cualquier rubro  como lo es hoy comprarle gasolina a Pemex: la competencia era literalmente evitada y entrampada con el único fin de enriquecer a unos cuantos privilegiados a través de monopolios disfrazados de legalidad. Los trámites, pero sobretodo los requerimientos para comenzar una nueva empresa en uno de los rubros protegidos desde "las alturas" devengaban en eternos períodos de papeleo con toda clase de absurdos requerimientos que nunca terminaban de satisfacer a las autoridades encargadas de otorgar los permisos generando, obviamente, la legitimación de distintos monopolios en base a la falta de competencia.

Uno de las frases más populares para señalar una injusticia con imposibilidad de corregirse era decir: "gánale al PRI", implicando que era virtualmente imposible cambiar el rumbo de las cosas. Sin embargo, en el año 2000 llegó alguien que sí pudo ganarle al PRI, bajo muy conocidas circunstancias que terminaron por destruir la reputación del entonces presidente de raíz tricolor Ernesto Zedillo; quien a pesar de ser sumamente criticado y enterrado por quienes en muchos momentos fueron sus "camaradas" los números, que nunca mienten, señalan como uno de los presidentes que mejores resultados dieron en muchos aspectos, máxime el haber recibido un país en circunstancias tan delicadas y polarizadas como las había dejado Carlos Salinas de Gortari.

Sin embargo, junto con el cambio de milenio, vino el cambio de gobierno, la tan codiciada alternancia y llegó una mayor apertura, incluso en la manera de percibir y dirigirse al presidente y su investidura. Un acercamiento a los procesos de transparencia, al acceso a la información y una seria promesa de atacar de frente a la corrupción a todo nivel fueron promesas que por fin parecían materializarse para los mexicanos, quienes tenían en la figura de Fox Quesada lo más cercano a un mesías nacional que cambiaría el rumbo fatídico de las cosas, que tenían aparentemente 72 años sin haber cambiado mucho.

Mientras todavía corrían los años 90 sólo había una compañía de televisión abierta a nivel nacional que realmente pudiera ser vista en toda la república, sólo una compañía telefónica, sólo una compañía de telefonía celular y sólo una franquiciataria para traer restaurantes y cafes exitosos en otras partes del mundo. El atropello comercial era sólo un símbolo de los atropellos ideológicos, informativos y culturales que por mucho tiempo retrasaron al país al grado que hoy no nos hemos podido recuperar.

Hoy la oferta es mucho más amplia en todos los sentidos, y se nota. Los mercados son diferentes y la opinión pública parece ser más crítica, y aunque no siempre atinada o fundamentada, sí adquiere más profundidad y ya no es tan fácil meterle "hipodérmicamente" un mensaje que por arte de magia todos, o la gran mayoría de los mexicanos creeríamos, como sí pasaba años atrás.

No queremos decir, de ninguna manera, que este cambio fue provocado por el cambio de colores en Los Pinos, sería demasiado inocente o vulgarmente propagandístico. Sin embargo es innegable que la transición de la hegemonía priísta vino a acelerar un proceso que ya se venía dando de años, de una manera inercial a un modo más abierto que hoy nos deja en los bolsillos "el cambio" de un país que se ha transformado para bien en mucho, y que permanece empantanado en mucho más.

Aquí es donde nos gustaría escucharlos a ustedes, que hacen las Crónicas Condenadas lo que son:

¿Qué les quedó a ustedes del cambio?


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Estamos hasta la madre

Integro de su redacción


Javier Sicilia: Carta abierta a políticos y criminales
Javier Sicilia



MÉXICO, DF., 3 de abril (Proceso).- El brutal asesinato de mi hijo Juan Francisco, de Julio César Romero Jaime, de Luis Antonio Romero Jaime y de Gabriel Anejo Escalera, se suma a los de tantos otros muchachos y muchachas que han sido igualmente asesinados a lo largo y ancho del país a causa no sólo de la guerra desatada por el gobierno de Calderón contra el crimen organizado, sino del pudrimiento del corazón que se ha apoderado de la mal llamada clase política y de la clase criminal, que ha roto sus códigos de honor.

No quiero, en esta carta, hablarles de las virtudes de mi hijo, que eran inmensas, ni de las de los otros muchachos que vi florecer a su lado, estudiando, jugando, amando, creciendo, para servir, como tantos otros muchachos, a este país que ustedes han desgarrado. Hablar de ello no serviría más que para conmover lo que ya de por sí conmueve el corazón de la ciudadanía hasta la indignación. No quiero tampoco hablar del dolor de mi familia y de la familia de cada uno de los muchachos destruidos. Para ese dolor no hay palabras –sólo la poesía puede acercarse un poco a él, y ustedes no saben de poesía–. Lo que hoy quiero decirles desde esas vidas mutiladas, desde ese dolor que carece de nombre porque es fruto de lo que no pertenece a la naturaleza –la muerte de un hijo es siempre antinatural y por ello carece de nombre: entonces no se es huérfano ni viudo, se es simple y dolorosamente nada–, desde esas vidas mutiladas, repito, desde ese sufrimiento, desde la indignación que esas muertes han provocado, es simplemente que estamos hasta la madre.

Estamos hasta la madre de ustedes, políticos –y cuando digo políticos no me refiero a ninguno en particular, sino a una buena parte de ustedes, incluyendo a quienes componen los partidos–, porque en sus luchas por el poder han desgarrado el tejido de la nación, porque en medio de esta guerra mal planteada, mal hecha, mal dirigida, de esta guerra que ha puesto al país en estado de emergencia, han sido incapaces –a causa de sus mezquindades, de sus pugnas, de su miserable grilla, de su lucha por el poder– de crear los consensos que la nación necesita para encontrar la unidad sin la cual este país no tendrá salida; estamos hasta la madre, porque la corrupción de las instituciones judiciales genera la complicidad con el crimen y la impunidad para cometerlo; porque, en medio de esa corrupción que muestra el fracaso del Estado, cada ciudadano de este país ha sido reducido a lo que el filósofo Giorgio Agamben llamó, con palabra griega, zoe: la vida no protegida, la vida de un animal, de un ser que puede ser violentado, secuestrado, vejado y asesinado impunemente; estamos hasta la madre porque sólo tienen imaginación para la violencia, para las armas, para el insulto y, con ello, un profundo desprecio por la educación, la cultura y las oportunidades de trabajo honrado y bueno, que es lo que hace a las buenas naciones; estamos hasta la madre porque esa corta imaginación está permitiendo que nuestros muchachos, nuestros hijos, no sólo sean asesinados sino, después, criminalizados, vueltos falsamente culpables para satisfacer el ánimo de esa imaginación; estamos hasta la madre porque otra parte de nuestros muchachos, a causa de la ausencia de un buen plan de gobierno, no tienen oportunidades para educarse, para encontrar un trabajo digno y, arrojados a las periferias, son posibles reclutas para el crimen organizado y la violencia; estamos hasta la madre porque a causa de todo ello la ciudadanía ha perdido confianza en sus gobernantes, en sus policías, en su Ejército, y tiene miedo y dolor; estamos hasta la madre porque lo único que les importa, además de un poder impotente que sólo sirve para administrar la desgracia, es el dinero, el fomento de la competencia, de su pinche “competitividad” y del consumo desmesurado, que son otros nombres de la violencia.

De ustedes, criminales, estamos hasta la madre, de su violencia, de su pérdida de honorabilidad, de su crueldad, de su sinsentido.

Antiguamente ustedes tenían códigos de honor. No eran tan crueles en sus ajustes de cuentas y no tocaban ni a los ciudadanos ni a sus familias. Ahora ya no distinguen. Su violencia ya no puede ser nombrada porque ni siquiera, como el dolor y el sufrimiento que provocan, tiene un nombre y un sentido. Han perdido incluso la dignidad para matar. Se han vuelto cobardes como los miserables Sonderkommandos nazis que asesinaban sin ningún sentido de lo humano a niños, muchachos, muchachas, mujeres, hombres y ancianos, es decir, inocentes. Estamos hasta la madre porque su violencia se ha vuelto infrahumana, no animal –los animales no hacen lo que ustedes hacen–, sino subhumana, demoniaca, imbécil. Estamos hasta la madre porque en su afán de poder y de enriquecimiento humillan a nuestros hijos y los destrozan y producen miedo y espanto.

Ustedes, “señores” políticos, y ustedes, “señores” criminales –lo entrecomillo porque ese epíteto se otorga sólo a la gente honorable–, están con sus omisiones, sus pleitos y sus actos envileciendo a la nación. La muerte de mi hijo Juan Francisco ha levantado la solidaridad y el grito de indignación –que mi familia y yo agradecemos desde el fondo de nuestros corazones– de la ciudadanía y de los medios. Esa indignación vuelve de nuevo a poner ante nuestros oídos esa acertadísima frase que Martí dirigió a los gobernantes: “Si no pueden, renuncien”. Al volverla a poner ante nuestros oídos –después de los miles de cadáveres anónimos y no anónimos que llevamos a nuestras espaldas, es decir, de tantos inocentes asesinados y envilecidos–, esa frase debe ir acompañada de grandes movilizaciones ciudadanas que los obliguen, en estos momentos de emergencia nacional, a unirse para crear una agenda que unifique a la nación y cree un estado de gobernabilidad real. Las redes ciudadanas de Morelos están convocando a una marcha nacional el miércoles 6 de abril que saldrá a las 5:00 PM del monumento de la Paloma de la Paz para llegar hasta el Palacio de Gobierno, exigiendo justicia y paz. Si los ciudadanos no nos unimos a ella y la reproducimos constantemente en todas las ciudades, en todos los municipios o delegaciones del país, si no somos capaces de eso para obligarlos a ustedes, “señores” políticos, a gobernar con justicia y dignidad, y a ustedes, “señores” criminales, a retornar a sus códigos de honor y a limitar su salvajismo, la espiral de violencia que han generando nos llevará a un camino de horror sin retorno. Si ustedes, “señores” políticos, no gobiernan bien y no toman en serio que vivimos un estado de emergencia nacional que requiere su unidad, y ustedes, “señores” criminales, no limitan sus acciones, terminarán por triunfar y tener el poder, pero gobernarán o reinarán sobre un montón de osarios y de seres amedrentados y destruidos en su alma. Un sueño que ninguno de nosotros les envidia.

No hay vida, escribía Albert Camus, sin persuasión y sin paz, y la historia del México de hoy sólo conoce la intimidación, el sufrimiento, la desconfianza y el temor de que un día otro hijo o hija de alguna otra familia sea envilecido y masacrado, sólo conoce que lo que ustedes nos piden es que la muerte, como ya está sucediendo hoy, se convierta en un asunto de estadística y de administración al que todos debemos acostumbrarnos.

Porque no queremos eso, el próximo miércoles saldremos a la calle; porque no queremos un muchacho más, un hijo nuestro, asesinado, las redes ciudadanas de Morelos están convocando a una unidad nacional ciudadana que debemos mantener viva para romper el miedo y el aislamiento que la incapacidad de ustedes, “señores” políticos, y la crueldad de ustedes, “señores” criminales, nos quieren meter en el cuerpo y en el alma.

Recuerdo, en este sentido, unos versos de Bertolt Brecht cuando el horror del nazismo, es decir, el horror de la instalación del crimen en la vida cotidiana de una nación, se anunciaba: “Un día vinieron por los negros y no dije nada; otro día vinieron por los judíos y no dije nada; un día llegaron por mí (o por un hijo mío) y no tuve nada que decir”. Hoy, después de tantos crímenes soportados, cuando el cuerpo destrozado de mi hijo y de sus amigos ha hecho movilizarse de nuevo a la ciudadanía y a los medios, debemos hablar con nuestros cuerpos, con nuestro caminar, con nuestro grito de indignación para que los versos de Brecht no se hagan una realidad en nuestro país.

Además opino que hay que devolverle la dignidad a esta nación.

Esta carta se publica en la edición 1976 de la revista Proceso, ya en circulación.

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Divide y Perderás

¿Qué tendrá el proceso de elecciones para la gobernatura del Estado de México que ha conservado ya por varias semanas a más de uno hablando intensamente de ello? ¿Qué será tan interesante que tiene a los diversos medios de comunicación hablando una y otra vez de lo que sucede y sucederá en esa entidad que abraza y se hermana con nuestra Ciudad Capital?

Pues fácil; en términos llanos y muy simples, del resultado que refleje el proceso electoral para la gobernatura de EDOMEX se podrá obtener una lectura muy fiel de la tendencia que tomará sobretodo en el centro del país la elección presidencial del 2012. Obviamente resulta muy difícil creer que en automático el vencedor de este proceso estatal determinará quién saldrá victorioso en "la grande", sin embargo, tampoco se puede negar que entre el apoyo de las fraternidades políticas ya en vigencia y plenitud del poder (cualquier parecido con palabras de Fidel Herrera son meras coincidencias) sumados al obvio reflejo de preferencias de la población en una región determinada, que concentra a una gran cantidad del total de Mexicanos en el país, nos permitirá asomarnos con mucha certidumbre a lo que serán los resultados de los comicios por la presidencia de nuestro país.

Lo más relevante de todo este asunto viene de años atrás; de una tradición priísta en el Gobierno del Estado, que al parecer también les ha rendido en mucha experiencia para irse sacudiendo cualquier sombra o asomo de amenaza, que este año se veía más real que nunca y parece irse al suelo en lo más parecido a un auto-sabotaje motivado por la envidia, la codicia y sobretodo la falta de razón que impera en muchos de los que llegan a los altiplanos de la clase política nacional.

SUMANDO
La tan manoseada "Alianza Cívica" que involucraba al PAN y al PRD con el único objetivo de sacar al PRI del gobierno del Estado de México fue criticada por propios y ajenos ya sea por la traición a los colores, a los valores, a la tradición y a todo pretexto que se le pueda encontrar (al fin todo tiene pretextos para defensderse y para atacarse) ya que encontraba a la ultra derecha con la "zurda" mexicana que le faltan varios puntitos para ser izquierda con la ultra-derecha a la que los primeros se han dedicado a atacar sistemáticamente desde que hace varios años, pero que a últimas fechas y procesos se ha venido acentuando todavía más a la luz de los resultados en la última elección presidencial y desaveniencias en San Lázaro y Xicoténcatl.

Desde un principio se antojaba difícil que ambos frentes se pudieran identificar en una misma causa; pero esta causa no era poco. El tricolor tiene en EDOMEX un fuerte bastión inigualable a nivel nacional de poder que le ha mantenido incrustando más de una astilla en las manos de los que gobiernan el Distrito Federal que por varios años han sido de origen perredista manteniendo el "balance" del poder en la zona centro del país que parece cargarse un día para un lado y otro día para otro.

No hay en el panorama otra opción que se vea factible y que en realidad represente una amenaza para el revolucionario institucional en este proceso que la idea de que las dos fuerzas opositoras principales unan sus esfuerzos en un encomiable acuerdo para que con un candidato común pelearan contra los "pesos pesados" que acompañan al rival. Pero bien dicen por ahí que "entre menos burros, más olotes"; y parece que tanto Encinas, Padierna (sin ligas a Bejarano) como sus secuaces piensan exactamente lo mismo, ya que con el escenario que ni pintado de tener en la persona de Luis Felipe Bravo Mena un candidato con quién llegar a acuerdos, con voluntad de trabajo, arrastre y trayectoria, mejor decidieron correr solos la carrera y en lugar de aliarse con el blanquiazul, juntarse con "sus cuates de siempre" a cambio de quién sabe qué favor, o posición (mejor conocido como hueso), porque dudamos que ellos mismos piensen que tienen oportunidades de trascender en esta elección.

El PAN también salió raspado, y bastante, con esta postura del negriamarillo, a sabiendas de que participando de cuenta propia en estos comicios no representan una oposición importante al grupo que hoy se perfila como el as fuera de la manga en las elecciones que tomarán lugar en unos meses más.

Las casi 200,000 personas que votaron y los más de 2,000 voluntarios involucrados se quedaron como el chinito: "nomás milando" cómo sus opiniones, esfuerzos y disponibilidad para que por una sola vez tuvieran una alternativa con posibilidades no de un "mesías" pero sí de alternancia, de cambio. Una vez más nuestros aspirantes a "representantes" y sus partidos no supieron sumar correctamente y veremos con certidumbre que en las siguientes elecciones no les saldrán las cuentas, y que muy seguramente se quedarán en el camino, teniendo que esperar un período más.


RESTANDO
"El grupo Atlacomulco" que hoy comanda con fuerza Enrique Peña Nieto ha sabido restar fuerza a sus enemigos y quitándose cargas innecesarias y aligerando sus filas ha hilvanado acierto tras acierto colocándose un paso adelante de sus competidores y perfilándose a ser una fuerza a vencer en ambas elecciones, jugando como eje la más próxima de ellas.

Las declinaciones de Alfredo del Mazo, Ernesto Nemer y Luis Videgaray llegaron en momentos estratégicos, lo que algunos llaman "momentum" en el proceso de candidataje. Ninguna de ellas tan oportuna como la del primero, que cuando ya los rivales señalaban como obvio que el sucesor del esposo de "La Gaviota" fuera un hombre de tradición partidista, del cúmulo de los enriquecidos y por si esto fuera poco, hijo y nieto de ex-gobernadores del estado. Tal declinación dejó no sólo mudos sino perplejos a sus opositores quienes sólo se quedaron viendo como Eruviel Ávila Villegas de Ecatepec se postulaba como el candidato de unidad del PRI con el apoyo no sólo de los propios sino de muchos extraños también.

El "empujón" de Arturo Montiel llegó ya muy tarde, y obviamente sin que los "perjudicados" fueran los aliancistas, sino por el contrario, los que todavía se quieren sacudir el polvo que dejaron a su paso "viejos integrantes" del grupo mexiquense que sin objeción alguna han hecho varios agostos sin importar la época del año a través de las posiciones de privilegio en el mencionado estado.

Se antoja difícil que alguien se le pare enfrente al grupo de Peña Nieto, y aunque todo puede pasar, parece que podemos ver desde hoy, lo que será noticia el día de mañana.

DIVIDIENDO
Así pues, jalando cada quién agua para su propio molino, no fue el más beneficiado aquél que supo dividir, sino el que supo restar. La contienda se acerca cada día y al forzar a la población a escoger entre más de dos opciones, la más tradicional de ellas, por arrastre, se perfila fuertemente para repetir. En una guerra de autogoles, más parece que el partido se lo llevará el árbitro, que va marcando el paso de las acciones, anticipándose a los errores de los rivales y sin cansarse mucho llevarse el trofeo a casa.

Una vez más, somos testigos de la falta de pericia que provoca la ambición, el hambre de poder y la avaricia de no dejar a los demás alcanzar sus propósitos ya sean personales o grupales con fin de erguirse con falso orgullo e integridad que no es más que demagogia barata e identidad malentendida.

Mañana el que pagará de nuevo será el pueblo, y no porque no se le tenga buena voluntad a Eruviel Ávila, que a pesar de ser el "ganón" y el "galán de la película", no tiene la culpa de que sus opositores no sepan ponerse de acuerdo y manden al caño la voluntad de un pueblo que, por ahora, les gustaría ver algo diferente a lo que por muchos años ha pasado por su estado.

Hay tiempo todavía, aunque la mentadísima alianza ya no parece estar seis, sino cien pies abajo en el parque funeral de las desgracias democráticas de nuestro bello país. La opinión que cuenta es la de usted, que pasa gentilmente a leernos, pero hoy, contrario a lo que dice el viejo refrán más bien parece: "Divide, y perderás".

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