Vivir en tierra de nadie

Cuando la tierra era todavía gobernada por los reyes, mucho antes de las Naciones Unidas, el modo de entender la vida era muy diferente, en especial la división política, dado que esta no existía "per se" sino que la manera de tomar posesión de una tierra consistía simplemente en ocuparla militarmente, asesinar a su rey y exhibirlo públicamente, dando a entender que el viejo monarca había muerto y que ahora se seguiría, obedecería y vitorearía al nuevo rey.

Es por esta razón que se libraron violentas y sanguinarias batallas en aquellos días, en los cuales el agua era un recurso de muy preciado valor, como hoy, pero que no podía ser transportado con facilidad por lo que los reinos se expandían sin prejuicio alguno con el primordial objetivo, entre muchos otros, de dominar la mayor parte de los espacios territoriales así como sus ganados, recursos naturales y a su gente.

Así, a pesar de ser nuestro planeta tan vasto en territorio donde habitar, no hay lugar al que se le pueda denominar "ingobernado" o "dominado por nadie"ya que hasta el más pequeño espacio tiene un dueño, comenzando por el Estado que lo delimite y defina su uso de suelo además de un posible propietario que emplee esa tierra para el fin que le convenga. 

Hace pocos días, en el estacionamiento de una plaza de conveniencia tuve la oportunidad de repetir una de las escenas que más seguido resucita en nuestra realidad, y para su servidor, de las más frustrantes como mexicano y como parte de una sociedad que sabe quejarse, pero poco sabe respetar: así pues, con mucha gente entrando al complejo y poca saliendo, los cajones escaseaban y por supuesto todos tienen la necesidad de acabar con sus pendientes lo antes posible.

Los únicos dos espacios de estacionamiento disponibles, eran por supuesto reservados para personas con capacidades diferentes. De la entrada principal se ve venir una camioneta roja con cristales seriamente polarizados y como era de esperarse no dudó absolutamente en estacionarse en ese espacio. Ante mi enérgico pero educado señalamiento de que ese lugar está reservado para personas que realmente lo necesiten la respuesta fue la clásica que siempre recibo cuando me encuentro con esta gente: "es que no me voy a tardar, nomás voy a (inserte excusa estúpida aquí) y regreso", buscando justificar su irresponsabilidad en la respuesta que yo les pueda dar. Sin embargo esto es sólo un pequeño botón de muestra, una evidencia de que en México sí vivimos en "tierra de nadie". Que mientras no haya una autoridad que efectivamente sepa sancionarnos y meternos en cintura (o pegarnos en la cartera), no somos capaces de hacer por nosotros mismos lo que corresponde al bien común y que "en la tierra de los ciegos, el tuerto es rey".

Y es que en efecto los mexicanos somos muy especiales, muy exclusivos para ceder el paso en el tráfico, o esperar un semáforo en rojo, para perder tiempo en una fila, no se diga para completar un trámite, pagar una infracción o simplemente mantener limpio un espacio público. Somos la generación del microondas: nos encanta dar mordida, no pagar derechos de autor, mucho menos impuestos, en pocas palabras: salirnos con la nuestra, y mientras más pronto, mejor.

La queja más latente en la última parte del sexenio del Presidente Calderón ha sido la intensa reclamación de la sociedad por sostener una guerra contra el crimen organizado: una guerra que ha costado muchas vidas y que ha hecho correr sangre como hacía mucho no pasaba en nuestro México. Lo que no hemos reparado a considerar es como nuestra irresponsabilidad social ha alargado de una manera u otra esta pelea que la mayoría desaprueba. 

Cada copia pirata forma parte de un lote, de un "productor" y de una "productora", y llegan a los mercados, tianguis y puestos callejeros a través de una red de distribución que en la mayoría de los casos es parte de una organización de narcotraficantes o de intimidadores sociales, póngales usted el nombre que le quiera poner. El caso es que estos 15 pesos que muchos de ustedes creen que se gastó sabiamente realmente fueron a parar a las arcas de aquellos que están golpeando, humillando, extorsionando y a la postre acabando con la sociedad. Pero la más detestable y absurda reflexión es esta: esa guerra de la que usted está cansado, por la cual protesta, marcha y critica ha sido financiada por usted y por el fruto de su trabajo.

Es muy triste y a la vez paradójico pensar que esta guerra es pagada por un lado por la sociedad que compra productos apócrifos (o ¿de dónde cree que se financian las redes delincuenciales sino de la venta de sus productos?) y por el otro la sostiene la misma sociedad con el pago de sus impuestos, en la fracción del erario designada a la seguridad pública.

Nos quejamos del acaparamiento preferencial por parte de los grupos de poder para acceder más fácilmente a negocios más favorecedores para ellos y aislarse de la competencia (prácticas monopólicas), o del tráfico de influencias de Elba Esther Gordillo, o de la corrupción en las oficinas destinadas al servicio público, pero amigos lectores, y  con mucho respeto lo escribo, eso es tener la vista muy corta y el criterio limitado: la justicia empieza en los pequeños detalles, y empieza en nosotros mismos. Es la sociedad el proveedor de todos los organismos políticos, de las policías, y de todos aquellos aspectos que nos hacen la vida imposible y que queremos evitar a toda costa. Pero ¡todos están llenos de humanos! El problema radica en eso precisamente, que hemos dejado de ser humanos y procurar no sólo el bien personal sino el comunitario, es una virtud pasada de moda.

Todos queremos y reclamamos una sociedad como la sueca o la danesa, donde la honestidad dicta el pan y proceder de cada día, donde los impuestos muestran su reflejo en los espacios comunitarios, caminos y carreteras, programas sociales, políticas públicas y poder adquisitivo; donde hay un primer mundo y una convivencia de respeto. Somos tan listos que sólo queremos lo que nos conviene, pero no lo que nos cuesta.

Necesitamos empezar a respetar lo que es de todos, lo que es de otros. No terminamos de estar bien porque no comenzamos a estar bien. Bien dijo el "Benemérito de las Américas" que "El respeto al derecho ajeno es la paz" y créanme paisanos mexicanos, que nuestro país no tiene paz porque no respeta. En la medida que hagamos las cosas bien, con respecto a una conciencia real y no justificada en bases ligeras, con respecto a las leyes, y con respeto a lo que afecta a los demás ya sea de manera positiva o negativa, entonces tendremos el país que queremos: pero las cosas no pasan mágicamente, ni un esfuerzo da fruto de la noche a la mañana. Será la perseverancia y la paciencia la que hará que nuestro México sea otro. 

Aún así, los reto a darle la espalda una vez más al futuro de México y comprobar que sí podemos estar peor.

Y a pesar de las pedradas que pueda recibir por estas líneas, señoras y señores: tenemos el país que queremos, porque en esto lo hemos convertido: en tierra de nadie, donde el más "abusado" se sale con la suya.

P.D. ¿Qué le dije al inconsciente de la camioneta? Sólo la verdad: "ojalá no seas tú el que un día necesite ese lugar"
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Malas que parecen buenas

Off the record: es un honor anunciarles que a partir de hoy seremos colaboradores de vez en cuand0 en http://www.cronicascondenadas.com así como en los periódicos chiapanecos El Sol de Chiapas y Diario Es!




El otro día en la tele, entre ejecuciones, beatificaciones, matrimonios reales y fosas clandestinas, escuché en las noticias algunos puntos de la hoy famosa propuesta de Reforma Política en México.



La nota incluía, grosso modo, puntos harto novedosos, como la posibilidad de presentar candidaturas independientes, o que si un grupo civil representa determinado porcentaje en el listado del IFE puede proponer iniciativas de ley, y que los diputados y senadores puedan reelegirse determinado número de años, entre otras cosas.





Tardé unos minutos pero al final le encontré la jiribilla al asunto.


Son tan astutos los “representantes” que tenemos en las Cámaras que nos quieren dorar la píldora con eso de los candidatos independientes y otros sueños guajiros. Imagínense, con el poder de los medios electrónicos y las redes sociales (¿no les parece espantoso ese nombre, por cierto?) no sería difícil mandar a la fregada a todos los partidos y poner en el poder al momentáneamente más carismático de todos los mexicanos, incluso personaje de telenovela pero, vamos, ¿a poco creen que van a dejar que esto pase y les quitemos el negocito y que dejen de percibir los miles de millones que el IFE les asigna en épocas electorales?. ¿A poco creen que Televisa y Tvazteca van a dejar que otros se queden con la enorme tajada que les toca por spots?.



Nel pastel. Eso nos lo ponen como anzuelo para que aplaudamos mientras nos siguen dando en la torre, como lo han venido haciendo desde la Primer Legislatura. ¿O a poco han hecho algo así que digamos qué bruto qué buena Reforma o Ley?.



Y no, no es que esté de cascarrabias, ni mucho menos estoy crudo. Simplemente hablo con la experiencia que estos últimos años hemos experimentado con sus “novedosas propuestas”, como las del Registro Nacional de Vehículos y/o el de Celulares, entre otros. Y qué opinar del trato que se dan con sus aguinaldos, dietas y edificios multimillonarios… nada bueno podemos esperar, ni debemos, de esos zánganos que lo que buscan con esta Reforma es reelegirse, con el pretexto de que una buena gestión debe tener continuidad. ¿Buena gestión?. Yeah, right.



Sí, ya sé que deben haber algunos buenos representantes, pero como decía mi director de secundaria en los desfiles: “Sí haces algo mal, no se hablará mal de ti, sino del Colegio La Salle” y la verdad es que tanto los unos como los otros dejan mucho que desear. Empezando con el senador del PAN que en plena discusión de dicha Reforma usó su iPad que le compramos para ver, en el edificio que les construimos, una película de Cantinflas, ¡háganme el fabrón cavor!.



Mejor fuéramos hablando de eliminar a tanto mantenido plurinominal o quitar el Fuero Constitucional a estos compas que, irónicamente, deberían ser los primeros en rendir cuentas cuando no hacen las cosas bien, ¿o no para eso cuando toman protesta les advierten: o que la nación os lo demande?.



Ya me voy, que tengan un buen fin de semana. Échenle un poquito de coco a esto que les cuento, es por el bien de sus hijos que no se merecen el México que ve uno en las noticias. Si gustan seguirme (bajo su propio riesgo) en twitter, estoy en @chicoasen. Nos vemos…






Rodrigo Yescas Núñez
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"Los de adelante corren mucho... ¿y los de atrás?: El profundo golpe de Elba Esther

Hoy camino de regreso a casa, después del trabajo y algunos mandados, pude observar una escena que cada día se convierte en más cotidiana que extraña: un hombre de unos treinta años de edad caminando por la calle disfrutando una "coquita", de esas de botella pequeña, que francamente para este calor y la poca lluvia que cae en Guadalajara cae muy bien. Ahí todo estaba en orden, hasta que se terminó su bebida y no reparó en aventar la botellita al pasto de la banqueta para seguir su camino. Un poco más adelante, otra escena que ya no sorprende a nadie: una familia de 4, todos ellos viajando en una motocicleta, y obviamente el niño más pequeño, de unos dos años, hasta adelante.

En la realidad, todas estas escenas se difuminan entre policías y autoridades prepotentes que abusan de su poder apenas la tienen, funcionarios inconscientes que solo jalan agua para su molino, o la clase política que voluntariamente olvida quién votó para que estuvieran ahí y que a la postre termina sintiendo "asquito" por algunos sectores del electorado. Y así podemos citar muchos detalles, grandes y pequeños, que sin lugar a dudas, demuestran que, como los cangrejos, nuestro "Lindo y querido" México, camina para atrás.

Mientras atestiguaba estos "detalles de la vida diaria" (porque realmente sí son detalles) en mi trayecto, terminé por  pensar: "me rindo". Concluí que resultaría imposible "darle reversa" a esta gente en tales hábitos nocivos para el resto de sus co-comunitarios en mayor o menor grado, porque si no lo habían adquirido como una costumbre en su etapa formativa, mucho menos lo harían ahora. Pensaba en aquellos que ellos mismos están ya formando o "educando" y la funesta posibilidad de que tampoco reciban una buena instrucción de usos y costumbres, lo que muy seguramente los llevará a ser ciudadanos más inconscientes y nocivos (también en mayor o menor grado) si es que un milagro no sucede. También pensaba en que no siempre es su culpa, sino de quien no les enseñó una vida diferente, otra visión del mundo.

La realidad es que la conciencia colectiva es una virtud olvidada, el bien común es una utopía, y el progreso general o grupal es una lengua muerta. Tristemente hoy el mexicano no piensa en términos que rebasen la individualidad, mucho menos en reflexionar o reparar de qué manera nuestro comportamiento afecta, positiva o negativamente a aquél que se encuentra alrededor de mi.

¿A qué o a quién podemos atribuir que estemos comunitariamente sumidos en la indiferencia de nuestro entorno? Dicho sea de paso, esta indiferencia no ayuda, como más de uno podría pensar, a salir del problema o sacar adelante la situación, sino que nos condena a vivir en una sociedad cada vez menos privilegiada, cada vez menos capaz, cada vez más maniatada y cada vez menos sensible a la necesidad de otros.

Y si buscáramos un culpable, seguramente encontraríamos demasiados, sin jerarquía irreparablemente: la pobreza, el hambre de poder, la avaricia, la falta de criterio, el mal juicio, el egoísmo y millares más de causas, motivos y hasta justificaciones. Todos ellos a la verdad son ciertos, pero todos, todos ellos tienen un origen común: la falta de educación.

México enfrenta un no tremendo, tremebundo rezago en términos de educación y como si esto fuera producto de una mala broma, no es por falta de recursos. El Presupuesto de Egresos de la Federación  para 2011 designó 230, 360 millones de pesos para el rubro de la Educación Pública, es decir, es el segundo sector en el que más dinero se invierte en el país; entonces ¿dónde está el problema?

El problema, como siempre, está en el manejo que se le da al mismo, en el qué, cómo y dónde se destina; pero sobre todo en cuántas manos ven pasar ese dinero y cuánto se queda en "los filtros". El dilema está en que la educación se ha convertido en un hueso bastante carnoso, que alimenta a varios y que alcanza hasta para rifar vehículos "de lujo" (y entrecomillo porque en lo personal las hummers siempre me han parecido tan corrientes como caras).

El asunto está en que los que hoy se benefician de la posición de privilegio en las altas cúpulas y puestos de mando no quieren soltar su puesto, ignorando el gran rezago que han provocado en millones de mexicanos incapaces y semi-desarrollados (en términos educativos) y al que obviamente están condenando a miles de niños que hoy no sólo ignoran sino rechazan la cultura universal, la historia, la geografía, y que por supuesto, están muy limitados para hacer un correcto uso del español, no se diga para razonar la lógica matemática de cualquier nivel.

La incapacidad de estos personajes que ojalá hubieran sido sólo producto de la imaginación de un perverso dibujante es más que evidente y las consecuencias que hoy comenzamos a vivir en indicadores a nivel internacional son devastadoras: siendo la treceava economía más grande del mundo, estamos a media tabla en términos de competitividad internacional, y si las cosas siguen en el mismo rumbo, pueden estar seguros que podremos, y habremos de llegar más abajo.

Hoy no es coincidencia que hoy tengamos a Elba Esther, líder partidista, moral, notarial, económica y sindical de los maestros buscando su hueso para el próximo sexenio. No es casualidad verla dando declaraciones de ocho columnas urgiendo a "hacer reformas de gran calado" y no "parches" de reformas. No es producto del azar que hoy se transmitan a nivel nacional, tanto en TV abierta como de paga, carísimos spots "patrocinados" por el Sindicato de Trabajadores de la Educación donde invitan a los padres a leer con sus hijos y fomentar el hábito de la lectura. La realidad es que al liderazgo sindical le importa muy poco si el promedio de lectura por persona en nuestro país es apenas mayor a un libro por persona (y esto por los que sí leen) sino que en realidad está buscando su próximo hueso; preparando su próxima alianza con "el gallo" que se dirige a Los Pinos, como muy hábilmente lo hizo con Calderón alrededor de hace 6 años, si es que no tenemos la memoria muy corta.

Y para muestra, no sólo un botón, sino dos.

Pero esto es sólo la parte que corresponde a nuestra muy "pateada y difamada" clase política nacional. La educación no acaba en las aulas de clases, sino que empieza y termina dentro de las paredes de nuestros hogares. Todos somos responsables de formar mejores mexicanos desde nuestro propio entorno y, por supuesto, exhortar al de al lado a cambiar o de lo contrario sufrir las consecuencias. No deberíamos tener cara de quejarnos de lo que tiene mayor proyección si no somos capaces de poner en orden lo más básico y sencillo. 

Uno de los libros más viejos del mundo dice: "instruye al niño en su camino, y aún cuando fuere viejo no se apartará de él". Se dice del autor que es el hombre más sabio de la historia; digno de considerar ¿o no?
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