"Los de adelante corren mucho... ¿y los de atrás?: El profundo golpe de Elba Esther

Hoy camino de regreso a casa, después del trabajo y algunos mandados, pude observar una escena que cada día se convierte en más cotidiana que extraña: un hombre de unos treinta años de edad caminando por la calle disfrutando una "coquita", de esas de botella pequeña, que francamente para este calor y la poca lluvia que cae en Guadalajara cae muy bien. Ahí todo estaba en orden, hasta que se terminó su bebida y no reparó en aventar la botellita al pasto de la banqueta para seguir su camino. Un poco más adelante, otra escena que ya no sorprende a nadie: una familia de 4, todos ellos viajando en una motocicleta, y obviamente el niño más pequeño, de unos dos años, hasta adelante.

En la realidad, todas estas escenas se difuminan entre policías y autoridades prepotentes que abusan de su poder apenas la tienen, funcionarios inconscientes que solo jalan agua para su molino, o la clase política que voluntariamente olvida quién votó para que estuvieran ahí y que a la postre termina sintiendo "asquito" por algunos sectores del electorado. Y así podemos citar muchos detalles, grandes y pequeños, que sin lugar a dudas, demuestran que, como los cangrejos, nuestro "Lindo y querido" México, camina para atrás.

Mientras atestiguaba estos "detalles de la vida diaria" (porque realmente sí son detalles) en mi trayecto, terminé por  pensar: "me rindo". Concluí que resultaría imposible "darle reversa" a esta gente en tales hábitos nocivos para el resto de sus co-comunitarios en mayor o menor grado, porque si no lo habían adquirido como una costumbre en su etapa formativa, mucho menos lo harían ahora. Pensaba en aquellos que ellos mismos están ya formando o "educando" y la funesta posibilidad de que tampoco reciban una buena instrucción de usos y costumbres, lo que muy seguramente los llevará a ser ciudadanos más inconscientes y nocivos (también en mayor o menor grado) si es que un milagro no sucede. También pensaba en que no siempre es su culpa, sino de quien no les enseñó una vida diferente, otra visión del mundo.

La realidad es que la conciencia colectiva es una virtud olvidada, el bien común es una utopía, y el progreso general o grupal es una lengua muerta. Tristemente hoy el mexicano no piensa en términos que rebasen la individualidad, mucho menos en reflexionar o reparar de qué manera nuestro comportamiento afecta, positiva o negativamente a aquél que se encuentra alrededor de mi.

¿A qué o a quién podemos atribuir que estemos comunitariamente sumidos en la indiferencia de nuestro entorno? Dicho sea de paso, esta indiferencia no ayuda, como más de uno podría pensar, a salir del problema o sacar adelante la situación, sino que nos condena a vivir en una sociedad cada vez menos privilegiada, cada vez menos capaz, cada vez más maniatada y cada vez menos sensible a la necesidad de otros.

Y si buscáramos un culpable, seguramente encontraríamos demasiados, sin jerarquía irreparablemente: la pobreza, el hambre de poder, la avaricia, la falta de criterio, el mal juicio, el egoísmo y millares más de causas, motivos y hasta justificaciones. Todos ellos a la verdad son ciertos, pero todos, todos ellos tienen un origen común: la falta de educación.

México enfrenta un no tremendo, tremebundo rezago en términos de educación y como si esto fuera producto de una mala broma, no es por falta de recursos. El Presupuesto de Egresos de la Federación  para 2011 designó 230, 360 millones de pesos para el rubro de la Educación Pública, es decir, es el segundo sector en el que más dinero se invierte en el país; entonces ¿dónde está el problema?

El problema, como siempre, está en el manejo que se le da al mismo, en el qué, cómo y dónde se destina; pero sobre todo en cuántas manos ven pasar ese dinero y cuánto se queda en "los filtros". El dilema está en que la educación se ha convertido en un hueso bastante carnoso, que alimenta a varios y que alcanza hasta para rifar vehículos "de lujo" (y entrecomillo porque en lo personal las hummers siempre me han parecido tan corrientes como caras).

El asunto está en que los que hoy se benefician de la posición de privilegio en las altas cúpulas y puestos de mando no quieren soltar su puesto, ignorando el gran rezago que han provocado en millones de mexicanos incapaces y semi-desarrollados (en términos educativos) y al que obviamente están condenando a miles de niños que hoy no sólo ignoran sino rechazan la cultura universal, la historia, la geografía, y que por supuesto, están muy limitados para hacer un correcto uso del español, no se diga para razonar la lógica matemática de cualquier nivel.

La incapacidad de estos personajes que ojalá hubieran sido sólo producto de la imaginación de un perverso dibujante es más que evidente y las consecuencias que hoy comenzamos a vivir en indicadores a nivel internacional son devastadoras: siendo la treceava economía más grande del mundo, estamos a media tabla en términos de competitividad internacional, y si las cosas siguen en el mismo rumbo, pueden estar seguros que podremos, y habremos de llegar más abajo.

Hoy no es coincidencia que hoy tengamos a Elba Esther, líder partidista, moral, notarial, económica y sindical de los maestros buscando su hueso para el próximo sexenio. No es casualidad verla dando declaraciones de ocho columnas urgiendo a "hacer reformas de gran calado" y no "parches" de reformas. No es producto del azar que hoy se transmitan a nivel nacional, tanto en TV abierta como de paga, carísimos spots "patrocinados" por el Sindicato de Trabajadores de la Educación donde invitan a los padres a leer con sus hijos y fomentar el hábito de la lectura. La realidad es que al liderazgo sindical le importa muy poco si el promedio de lectura por persona en nuestro país es apenas mayor a un libro por persona (y esto por los que sí leen) sino que en realidad está buscando su próximo hueso; preparando su próxima alianza con "el gallo" que se dirige a Los Pinos, como muy hábilmente lo hizo con Calderón alrededor de hace 6 años, si es que no tenemos la memoria muy corta.

Y para muestra, no sólo un botón, sino dos.

Pero esto es sólo la parte que corresponde a nuestra muy "pateada y difamada" clase política nacional. La educación no acaba en las aulas de clases, sino que empieza y termina dentro de las paredes de nuestros hogares. Todos somos responsables de formar mejores mexicanos desde nuestro propio entorno y, por supuesto, exhortar al de al lado a cambiar o de lo contrario sufrir las consecuencias. No deberíamos tener cara de quejarnos de lo que tiene mayor proyección si no somos capaces de poner en orden lo más básico y sencillo. 

Uno de los libros más viejos del mundo dice: "instruye al niño en su camino, y aún cuando fuere viejo no se apartará de él". Se dice del autor que es el hombre más sabio de la historia; digno de considerar ¿o no?

1 comentario:

  1. Bueno, creo que lo has dicho todo. Tuve la oportunidad de impartir clases en el sistema CONALEP, y solo puedo decir, que a veces lo que vemos desde la calle de enfrente es poco, una vez inmerso en el sistema educativo no queda, literal, más que llorar. Te sorprende la avaricia y la soberbia de quienes manejan y dirigen la educación. Y qué decir de aquellos que se llaman maestros!!! Llega un punto donde la impotencia te supera, de ver como hay gente que no educa, sino que al contrario, promueve la falta de valores.

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