El sueño americano no es libre de plomo




De un impacto conmovedor, podríamos catalogar la noticia que se dio a conocer la mañana de este viernes 14, en la que Adam Lanza, quien iba sólo y no en compañía de otros sujetos, como se dijo, emprendió un ataque con armas de fuego en una escuela primaria de Newtown, Connecticut hacia niños de kinder, primaria y adultos en el que se registraron 26 muertes totales, donde se incluyen 20 niños y 6 adultos, además de la madre de Lanza, quien fue asesinada en su casa.

La primera reacción es fulminante; unos pierden la palabra y otros hasta el hambre. Quizá el golpe es mayor para quienes ya somos padres, y más aún cuando tienes hijos en escuela o guardería, pocos están exentos de imaginar la escena en su propio entorno.

Las reacciones posteriores son las que pudimos observar en distintas redes: el criticar una legislación como la norteamericana que da accesibilidad casi indiscriminada a un arma de fuego si se cuenta con el dinero para hacerlo, o el ir un poco más allá y pensar en la crisis social que representa que haya una persona dispuesta a crear de un momento a otro una escena caótica como la que se vivió en esa escuela. Aún así, nadie puede quitarle la etiqueta de trágico a un suceso de esta naturaleza, incluso aquellos que ya trataron de verle el muy cuestionable lado cómico al tiroteo o de satirizarlo muy "a la mexicana", como dicen ellos.

Como ciudadano de cualquier lugar, y no sólo de los Estados Unidos de América, resulta incómodo concebir a un gobierno que sostiene "enmiendas sagradas" constitucionales que ponen en riesgo a amplios sectores de su población en aras de un derecho inspirado por la "protección nacional" como lo es la segunda enmienda.

"Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado libre, el derecho del Pueblo a poseer y portar armas no será infringido."

De sobra se dice que la ley no es una seguridad absoluta, ni para bien ni para mal. Una ley no garantiza la ejecución o el orden de cuestiones generales o específicas, no así el ciudadano que decide observarlas o quebrantarlas, pero sí cumple la función de freno y amortiguador para medrar, si no evitar, las aspiraciones de un malintencionado de cualquier calaña.
















EL ARMA ES AMORAL

Es muy cierto que la ley no dispara una sola bala, y que la pistola no tiene vida propia. Hace falta no sólo quien la dispare, sino quien diseñe el plan malvado y tenga los nervios templados para llevarlo a la práctica. También es cierto que me resultará muy difícil conservar la dieta con una caja de trufas francesas justo en el cajón de mi buró.

Una legislación que da accesibilidad al armamento de bajo calibre, y que da libertad de portación y uso a quien tenga los dólares necesarios para adquirir un arma, tiene sencillamente el reloj en cuenta regresiva para el nuevo desastre, escándalo o masacre -como usted le quiera llamar- que ya está detrás de la puerta.

A través de su cuenta de twitter, el conocido cineasta y documentalista Michael Moore señaló que no es aventurado hablar de los EUA como una nación que está "loca por las armas" y que desde la matanza en Columbine High School en 1999, ya son 31 tiroteos de la misma naturaleza con similares consecuencias.

Sin embargo, quienes hablan de la amoralidad de las armas tienen razón, esto es sólo un reflejo del serio daño que hay en el tejido social en todos lados, fruto de una serie de desatenciones que nacen y tienen origen en el núcleo familiar, que seguramente no todas tendrán un trágico final de ocho columnas como este, pero al mismo tiempo no deben tener lugar, en especial aquellas que perjudican a lo más bello y preciado que tiene toda sociedad: su niñez.

Hoy somos testigos de cómo la ley de la selva, es re-concebida como la ley del plomo: el que más tiene, es el más fuerte.

Esta realidad se replica aquí y allá, aunque hoy se quiera apuntar el dedo hacia el norte como inquisidores, voluntariamente olvidando los reclamos de un sexenio donde se registraron también más de 60,000 muertes violentas.

Muchas personas entran a diario a los Estados Unidos buscando el ansiado sueño de un futuro mejor, "en la tierra del libre y hogar del valiente", olvidando que el sueño americano, como muchas otras cosas que dañan al hombre, no es libre de plomo.

Por: Orson Ge
Twitter: @Orsonjpg

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