¿Dónde están todos?


Hace siete días que se anunciaron los conteos preliminares, mismos que ya fueron ratificados por los conteos oficiales, y los conteos voto por voto de más del 50% de las casillas que avalan oficialmente al candidato del PRI como el ganador del proceso, es decir, el próximo presidente de la República.

Esto, con un importante desazón: la inconformidad de un largo grupo de la población que no está de acuerdo con las condiciones bajo las que se llevaron a cabo los comicios.

Por primera parte, está el candidato de “las izquierdas” Andrés Manuel López Obrador, quien según lo anunciado, este jueves presentará las pruebas que acreditan que el virtual presidente, Enrique Peña Nieto compró o se agenció 5 millones de votos con prácticas, lo cual, de comprobarse, sería digno de muchas medidas correctivas, la más drástica de todas ellas, anular la elección.

Esta situación ha derivado en una serie de inconformidades, que han impulsado a más de uno a preguntarse: 

¿Dónde está el IFE? O mejor dicho, ¿Qué hará el IFE?

Quiero suponer que está esperando lo mismo que muchos que todavía tenemos más reserva: esperando las pruebas de lo que se acusa.

¿De qué se acusa? 

Primeramente López Obrador impugnó, bajo toda legalidad, los resultados de la elección, en su conteo y cómputo, mismos que ya fueron avalados por las instancias correspondientes. En segundo término demanda que la acción del voto fue ilegalmente influida por  métodos de compra, en específico con decenas de miles de tarjetas de la cadena comercial Soriana, misma que a través de su dirección comercial, en boca de Humberto Fayad niega rotundamente mostrando datos de regularidad en sus depósitos desde hace tres años y diferenciando los tipos de tarjeta que la organización emite, muchos de ellos sin posibilidad de recibir depósitos en efectivo.
Estas no son las únicas acusaciones; y es aquí donde entra un actor más corpulento en la escena, y son los miles de personas, tal vez cientos de miles que denuncian una elección que no se desarrolló bajo los marcos de legalidad y que por tanto no merece validez, negando la existencia de la democracia y la autenticidad no sólo dentro de las instituciones, sino de un sector de la sociedad que se define como “conformista” o hasta “vendido”.

Si bien, la filia de este grupo no es exclusiva, y se ha pronunciado como diversa, incluyente y apartidista, se puede identificar con los ideales y procedimientos del ya muy nutrido movimiento #YoSoy132 y no se aleja mucho de los grupos afines al lopezobradorismo. Las intenciones son manifiestas: Oposición a la Imposición, Revolución Pacífica, Búsqueda de Cobertura Mediática Extranjera, entre algunas otras, sin embargo, no se ha conocido hasta ahora una petición acerca de qué hacer con los resultados de la elección; ya sea desecharlos, sujetarlos a un nuevo proceso, replantearlos o alguna alternativa más.









El efecto social que esta separación de postulados ha causado entre estos grupos, todos ellos con legítimas demandas, frente a quienes ya aceptaron las condiciones institucionales resulta en una seria amenaza al tejido social, que de por sí se encuentra muy lastimado en nuestro país. Ante una realidad como esta, urge que los líderes de opinión de cada una de las tendencias se sienten a dialogar, y lograr conciliación, nuevos mecanismos y cualquier medida necesaria para evitar la ruptura una muy frágil estructura que todavía sobrevive en México, muy golpeada por cierto entre las deficiencias del sistema educativo y la cultura del narco que aún sufrimos más forzosa que solidariamente.

La pregunta deberá ser: ¿Y, dónde están los líderes?

Por principio de cuentas, las autoridades del PRD deben entrar en acción, más específicamente el nuevo Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Angel Mancera y Jesús Zambrano, presidente nacional del partido, y pronunciarse tajantemente en cuanto a su postura con respecto a López Obrador. En este tipo de instancias no se vale instalarse en el “cuarto gris” y quedarse con el pie izquierdo en un lado y el derecho en el otro; los perredistas necesitan saber si están con el candidato, con el partido o con ambos.

Igual de importante que quienes protestan no sólo acusen, sus muy válidos argumentos, pero también que los demuestren, que se comparen con procesos anteriores, que se pongan en la balanza y se les asigne un valor real. No es justo para el otro sector de la población que quiere estabilidad que se hable de una revolución o de una imposición cuando un importante número de votantes sí vieron reflejado en las urnas el propósito de su voluntad.

Fundamental será que se presenten pruebas formales, comprobables y vinculatorias de todo lo que se acusa. Las redes sociales han demostrado su importante papel en términos de réplica, y su nobleza para transmitir un mensaje sin necesidad de medios masivos, establishment o espacios definidos, pero también han dado lugar a una fuerte dosis de informalidad e infundio.

Urge que López Obrador muestre las pruebas que dice tener y que avale que cuentan por los cinco millones de votos que, dice, se robaron. O de lo contrario, se le considerará el mejor guionista que haya existido en la política mexicana.


¿Dónde están todos? Y más, ¿Cuándo mostrarán las pruebas?

No nos conviene mover las aguas antes de entrar al mar. Nuestro país vive de la inversión extranjera en buena parte, y no es bueno poner nerviosos a las personas que siguen trayendo capital a este México que hoy es sólido, confiable y rentable para muchas organizaciones y aquellos que han comprado bonos de deuda solidaria a 30 años por primera vez en la historia de nuestra economía.

Curioso el caso de nuestro México, que citando a Pablo Hiriart tiene hoy un presidente “legítimo”, otro “espurio” y otro “del fraude”. Las cosas que hay que ver.

Por: Orson Ge
Twitter: @OrsonJPG
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A 2 de Julio de 2012


Llegó el día; el más esperado, o el más temido, no lo sé.


Sin embargo, hay muchas cosas que decir acerca de la jornada que se vivió este domingo con miras a definir no sólo la presidencia de la república, sino también los integrantes de las cámaras alta y baja, gobernadores y presidentes municipales en algunos estados.


Seguramente no alcanzaremos a decirlas todas en un mismo texto.

Lo más destacado, sin duda, es la voluntad ciudadana; no sólo en materia de participación, en la elección con más mexicanos emitiendo su voto, rebasando la barrera del 60%; y mucho menos podemos ignorar la voluntad de la gente que participó en una casilla dedicando no sólo un domingo, sino su esfuerzo y colaboración en aras de la transparencia y la rendición de cuentas en un sistema electoral robusto, según lo señaló la OEA la mañana del lunes, como uno de los observadores internacionales de nuestro proceso.

Muy notable también fue la voluntad de los simpatizantes con fuerzas políticas, que lejos de lo que se esperaba por algunos, conservaron una jornada pacífica, que como todas, mantuvo incidentes, sin embargo, muy aislados y lejanos a los muy feos espectáculos de los que hemos sido testigos en períodos anteriores.

Pero, ¿qué hay de los resultados?

Con cerca del 90% de las actas capturadas, lo que se vaticinaba la noche del domingo como una victoria del candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, es ya una realidad irreversible. Aún con la reserva de Andrés Manuel López Obrador, candidato de las izquierdas, es muy difícil que con la evidencia del conteo rápido y del PREP que ya están disponibles, se vea un cambio en las tendencias que le haga superar el cociente del 5% que resulta como diferencial entre los dos candidatos punteros.

La lectura principal de estos resultados es el rotundo fracaso del PAN como partido gobernante, deslizándose hasta el tercer lugar de las preferencias. Esto es, sin duda, la nota más trascendente, después de la obtención de un nuevo presidente en nuestro país.

¿Por qué? Le explico: Un partido en el poder tiene su dósis de simpatizantes en cualquier sistema democrático; que por lo general resulta en una tendencia de liderazgo en las preferencias que por lo regular se comparte con el partido que sabe agenciar su propuesta con la del "cambio de rumbo".

Eso no pasó en esta elección. 

Joosefina Vázquez Mota no logró, por más que lo intentó, diferenciarse de su casa política, que tal vez fue uno de sus primeros errores, intentando recuperar el paso durante el proceso, y mandando mensajes mixtos hacia el final de su campaña, en especial aquél de su cierre, donde invitaba a Felipe Calderón a quedarse con la dirección de la PGR si ella llegara a ganar, dándose un balazo no sabemos si en el pie, o en la sien.

Esta elección se la quedaría quien supiera capitalizar el fracaso del PAN en distintos estados, y la baja popularidad del gobierno calderonista. El PRI lo sabía muy bien, y también sabía que la polarización entre perredistas y blanquiazules es por demás marcada, razón por la que muy discretamente hizo su papel, bien planeado, con libreto, estrategia, pero sobre todo, muy bien cuidado; el resultado ahí lo tenemos: un diferencial no mayoritario pero sí suficiente para de nuevo arrebatarle el sueño al lopezobradorismo de cambiar el rumbo del país.

Lo que muchos todavía no han volteado a ver son los resultados de quienes integrarán el poder legislativo en México, que como lo hemos dicho antes, son quienes realmente están gobernando nuestro país en estos días. Son ellos quienes dan marcha atrás a las iniciativas, o quienes les dan curso. Son ellos quienes no son auditados, ni cuestionados por algún ente de poder. Son ellos hoy, los que deciden si el país avanza, retrocede o se estanca.

Será  la hora de mostrar el amor por México, si es que lo hay. Felipe Calderón sufrió de muchos dolores de cabeza porque las iniciativas de reforma se vieron detenidas y hasta ignoradas por su oposición legislativa. Por los próximos años, le tocará al PAN demostrar que realmente son DIFERENTES no pagando con la misma moneda. Ahí, y no tanto en la presidencia debe estar puesta nuestra mirada analítica.

No es tiempo de ser fatalistas, derrotistas o dar por muerto a nuestro México. El país se compone de mexicanos y no de presidentes.

Se vienen seis años de mucha expectativa, de inconformidad y tal vez el panorama se antoja difícil, pero lo hubiera sido igual con cualquiera de los tres candidatos, ninguno de ellos hubiera ganado por mayoría.

Le invito a no anticipar las vísperas y a mantener este ímpetu de interés por México y su progreso en el ámbito de la paz, la honestidad, y el respeto por la pluralidad.

En realidad, es esto lo que nos conviene, nos guste o no.
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