No cabrá duda que el episodio que se vivió apenas horas atrás en el terreno de la justicia en México, en el que se otorgó libertad inmediata a Florence Cassez, invalidando la sentencia previa de 60 años bajo los cargos de secuestro y delincuencia organizada, entre otros, será un parteaguas tal vez no para los procedimientos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pero sí para la óptica bajo la que serán observados y juzgados por la opinión pública.
No hace falta dorar la píldora mucho; ni debemos darle tantas vueltas al asunto.
¿Le debemos seis años de libertad a Florence Cassez o nos debe ella 54 años de condena?
La justicia ya no puede, ni podrá, responder esa pregunta.
En su columna de este jueves, Jorge Fernández Menéndez lamenta la liberación de la presunta secuestradora francesa no por el sentir general que embargó a la opinión pública, sino porque en el estricto apego a la letra de la ley, nunca sabremos si Cassez Crepin es realmente culpable o no de los delitos que se le imputaron.
A estas alturas no cabe duda que el proceso mediante el cual se enjuició a la francesa estuvo plagado de irregularidades y que está en entredicho que se hayan salvaguardado en todo momento sus derechos humanos, que ninguna persona, sea mexicana o de nacionalidad extranjera debe ser procesada bajo parámetros que no se apeguen a la ley y que debemos a toda costa buscar un proceso limpio para todos los inculpados de un delito, y en especial es cierto que la responsabilidad principal de que hoy Cassez no esté tras las rejas es de Genaro García Luna, y quienes con él trabajaron el caso, al prestarse a toda clase de permisividades, malhechuras y omisiones que abrieron brecha para que una vez en las instancias a las que llegó el caso, se tomara la determinación a la que se llegó ayer.
De la presunción de inocencia hasta demostrarse lo contrario tampoco vamos a discutir, porque también es un ideal que comparto.
Hablando de otros que opinaron del tema, Leo Zuckermann hasta celebra la decisión de la Corte, y sustenta bajo las mismas premisas generales: juicios transparentes y bien planteados.
Hablando de otros que opinaron del tema, Leo Zuckermann hasta celebra la decisión de la Corte, y sustenta bajo las mismas premisas generales: juicios transparentes y bien planteados.
Sin embargo, su servidor difiere en un punto, que a nuestro parecer es clave para la paz mental de varios que suscriben: ¿por qué se promovió y aprobó un amparo liso y llano que le daba la oportunidad a un presunto responsable de evadir un futuro proceso?
No nos necesitan convencer de que el caso es ejemplar para que todos los inculpados de un delito, sean culpables o inocentes, reciban un proceso apegado a derecho, acorde a nuestra constitución y sin abusos o arbitrariedades por parte de la autoridad, como sí lo fue el caso en cuestión, aún así, el mal sabor de boca y el temblor aún fresco en las conciencias de muchos mexicanos es el de cómo la última instancia de justicia del país, no pudo anteponer la posibilidad de dejar en la injusticia a las presuntas víctimas de la banda de "Los Zodiaco" en aras de salvaguardar los derechos humanos de la acusada.
Tampoco nos necesitan convencer del precedente que se sienta para los futuros procesos que rocen en la similaridad con este caso, porque hay muchos que le anteceden y que no serán evaluados, revisados, o corregidos con las mismas premisas, y no sólo porque los pasaportes de los involucrados no sean rojos, azules o de otro color que no sea verde, sino porque simple y llanamente no recibirán la atención mediática que recibió el de Cassez, ni tampoco generan presión extranjera innecesaria como pasó ahora. Ni hablar de los casos que están por venir...
Ya sabemos también que no se estaba estudiando la inocencia o culpabilidad de Florence sino la legitimidad de su proceso.
Nos quedaremos con las ganas, no de ver a Cassez tras las rejas por el simple hecho de tenerla encerrada en Tepepan, sino de que se ejecute la justicia tal y como los magistrados defienden que debe de hacerse, sin violaciones a los derechos humanos de la inculpada, y para ello era suficiente un "amparo para efectos" a manera de desechar las "pruebas contaminadas" y proceder a un nuevo juicio con las pruebas que se sabían legítimas, sin embargo, y de último minuto, se decidió por darle la manera a una sospechosa (en el sentido estricto) de no enfrentar proceso alguno de lo que se le acusa, y así fue como terminó (para ella) la historia.
Ya lo dijimos en nuestra primera reflexión, casi inmediata, acerca de este retorcido caso, el mensaje a los delincuentes es funesto: esperar el mínimo error de la autoridad para ampararse y salir en libertad sin importar su responsabilidad en el delito.
Nos queda muy claro que apegados a la letra, se tomó la decisión correcta, que la SCJN tomó no sólo una decisión moderna sino políticamente correctísima, lo que no nos queda muy cierto, es cómo será para el mexicano común y corriente, el que lee y el que escribe, el inocente y el culpable, la vida después de Cassez.
Ya sabemos también que no se estaba estudiando la inocencia o culpabilidad de Florence sino la legitimidad de su proceso.
Ya lo dijimos en nuestra primera reflexión, casi inmediata, acerca de este retorcido caso, el mensaje a los delincuentes es funesto: esperar el mínimo error de la autoridad para ampararse y salir en libertad sin importar su responsabilidad en el delito.
Nos queda muy claro que apegados a la letra, se tomó la decisión correcta, que la SCJN tomó no sólo una decisión moderna sino políticamente correctísima, lo que no nos queda muy cierto, es cómo será para el mexicano común y corriente, el que lee y el que escribe, el inocente y el culpable, la vida después de Cassez.
Por: Orson Ge
Twitter: @Orsonjpg
Fotografía: Noticieros Televisa
Fotografía: Noticieros Televisa